Con la aparición del Cristianismo no existió una conversión masiva como muchas veces es sugerido. El cristianismo era una religión hecha por el hombre que no evolucionó a través de los siglos como vimos con la Antigua Religión. Muchas regiones fueron etiquetadas como Cristianas por el simple hecho de que sus regentes eran Cristianos, y en la mayoría de los casos, sólo por conveniencia, no por convicción, ni mucho menos por conversión. A través de toda Europa, la antigua religión estaba aún presente a través de los primeros 1.000 años del cristianismo.
Un intento de conversión masiva fue realizada por el Papa Gregorio el Grande, el cual pensó, que la mejor manera de hacer que las personas asistiesen a la iglesia católica, era construyendo templos en los mismos lugares en donde estaban los templos de la antigua religión, donde las personas estaban acostumbradas a reunirse para la adoración. Ordenó a sus obispos destruir todos los ídolos, y salpicar los templos con agua bendita para re-dedicarlos. En gran parte Gregorio tuvo éxito, aunque no tanto como pensó, ya que en el momento de construir templos católicos, los únicos artesanos disponibles eran los mismos practicantes de la antigua religión, albañiles y carpinteros, quienes astutamente en medio de la decoración incluyeron imágenes de sus propios dioses de manera que si eran forzados a acudir a ese templo, también pudiesen adorar a sus dioses allí.
Los Wiccanos como Adoradores del Diablo
En esos primeros días, en los que el cristianismo empezaba a ganar fuerza como religión, la Antigua Religión, los Wicca y otros paganos, eran algunos de sus rivales. Es natural que ellos quisiesen deshacerse de sus rivales, y la Iglesia Católica no escatimó esfuerzos en ello. Es sabido que los dioses de una antigua religión se convierten en los diablos de la nueva. Esto precisamente ocurrió con la antigua religión, ya que su dios tenía cuernos, por lo tanto era el diablo del cristianismo. Obviamente, para la iglesia católica, los paganos eran adoradores del diablo.
Este tipo de razonamiento es usado aún hasta hoy por la Iglesia Cristiana en general. Misioneros eran enviados a las tribus denominadas paganas, a quienes ellos llamaban adoradores del diablo, por el simple hecho de no adorar al mismo Dios del Cristianismo. No importaba si las personas eran buenas, felices o el nivel moral de ellos era bueno, o inclusive mejor que el que muchos cristianos. Tenían que ser convertidos.
El cargo de Adoradores del Diablo, tantas veces dado a los brujos y brujas, es ridículo. El diablo es una invención del cristianismo. Los seguidores de la antigua religión no tenían el concepto del diablo en la religión. La tendencia a dividir el poder en “bueno” y “malo”, es característico de civilizaciones avanzadas y complejas. Los Antiguos Dioses, a través de su evolución, siempre fueron muy “humanos”, en el sentido de que ellos tenían su lado bueno y su lado malo. Fue la idea del dios “TODO BONDAD Y AMOR” que generó la necesidad de un antagonismo. Esta idea del dios “todo bondad” fue creada por Zoroastro, en Persia, alrededor del siglo VII a.C. Esta idea se extendió al oeste y fue adoptada por el mitraismo y más tarde por el cristianismo.
Cuando el cristianismo empezó a ganar fuerza, la antigua religión fue empujada lentamente hacia fuera. En la antigüedad, hasta la época de la Reforma, sólo existía fuera de los límites de las ciudades. Los no-cristianos de aquella época fueron conocidos como paganos. El término Pagano, proviene del latín pagani, que significa los que viven en los pagos, o en el campo. Como los que vivían fuera de las ciudades eran mayormente pertenecientes a la antigua religión, fue por ello que los no cristianos fueron conocidos con el término “paganos”. Este término era apropiado para los no católicos de esa época, pero hoy día sigue siendo utilizado por ellos para referirse a los que no comparten sus creencias, de una manera derogatoria lo cual es bastante incorrecto.
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